En la ecuación del Málaga CF jugando en La Rosaleda faltaba Cristian Gutiérrez. El canterano, que jugaba su segundo partido como blanquiazul pero el primero de titular, fue determinante, desequilibrante y decisivo para acabar con la mala racha malaguista de local, para poner fin a 330 días sin ganar. Se ha cerrado al fin el círculo. 16 partidos después, los contadores vuelven a cero. Sólo queda esperar que no vuelva a pasar casi otro año para volver a ver otro triunfo.
Lo cierto es que era una ocasión magnífica para acabar con la dichosa maldición, para poner fin a un calvario que se ha llevado por delante a tres entrenadores. Era insostenible esta situación, nadie lo aguanta. Y el registro queda ahí, como el peor equipo nacional de local en el siglo XXI. El malaguismo, que pudo saborear la victoria por el 3-0 con el que llegó a estar incluso entrando en la prolongación, acabó nervioso pero liberado. No es para menos. No era un día más. Y había que celebrarlo.
No fue un día más tampoco para Rubén Castro, con su tanto histórico. Ni, por supuesto, para el canterano Cristian Gutiérrez, que se estrenaba de titular tras debutar el miércoles en Butarque. Esta vez sí se dejó ver, si mostró su calidad y su desparpajo. Tras superar los nervios del debut, Cristian se desmelenó. Y la primera que tuvo la mandó a la caja. Fue a pase de Rubén Castro. Y el marbellí, como Dani Lorenzo que también marcó, lo celebró con efusividad. Tuvo tiempo incluso para asistir el segundo a Rubén, devolviéndole el favor. Y a intentar un gol de bandera desde el centro del campo antes de marcharse al banquillo (65’).
La afición lo despidió entre vítores. Y celebró el triunfo. Ya tocaba. Pero no se olvidó de pedir explicaciones, de pasar facturas por todo lo que le viene sucediendo el equipo. Pidieron el ‘¡Manolo, vete ya’! E incluso sacaron una pancarta haciendo referencia a ello. La afición no olvida y pese al triunfo, celebrado, aún sigue molesta por la deriva que ha tomado el club.