Un triunfo estratosférico. Una victoria antológica. Tres puntos que dan la vida. Cualquier calificativo se le queda corto a lo que el Málaga ha conseguido en Tenerife. Porque los de Guede, cuando todo el mundo lo daban por un cadáver, han sacado su orgullo para conseguir la victoria más esperada del año, de la temporada o de la década. Un triunfo que es oro molido porque distancia el descenso a cinco puntos cuando restan sólo seis por jugarse.
Hoy tiene que ser un día de celebración. Primero por los chicos, que han demostrado que si quieren, pueden. Han superado sus miedos, han sido mejores que un rival de play off y se han puesto el disfraz de sufridores para demostrar que esto sí que les importa. Cuando más discutidos estaban por toda esa pachorra que ha acompañado al equipo todo el curso, el paso al frente ha sido evidente. Había sangre inyectada en los ojos de estos soldados. Esta vez sí.
Y, por supuesto, a Pablo Guede. Que ha tomado decisiones difíciles en los últimos días. Que ha removido el equipo de arriba a abajo. Que se ha dejado llevar por su intuición más que por los nombres. Y que ha demostrado que sigue siendo valiente. La victoria lleva su sello. Y el malaguismo también lo celebra.
Futbolísticamente, el Málaga estuvo impecable y cumplió todos los cánones que tiene que hacer para ganar un partido de este calibre. Porque era una final encubierta. Y se la tomaron como tal. Salieron intensos y marcaron primero. Y ya se sabe, el que golpea primero, casi siempre lo hace dos veces. Tuvo ataque y defensa. Y en eso creció el Málaga, con Luis Muñoz de vuelta y con el resto apretando los dientes. Dani Martín fue determinante. Mucho. Y Febas marcó el segundo nada más comenzar la segunda parte. No hubo opciones para el Tete, que acabó luchando contra los elementos.
Como un tiro
Arrancó el Málaga como tenía que hacerlo: en busca de la victoria. Y no tardó en ponerse por delante. Un balón largo a Casas por la derecha, un centro medido del canterano y Vadillo que remataba a la red como mandan los cánones. A los 8 minutos el Málaga se ponía por delante. Y lo más importante, se desprendía de sus miedos. Incluso Brandon pudo poner el segundo con un testarazo a la madera, pero fue anulado por fuera de juego.
Pero el tanto, aunque llevó tranquilidad, no inclinó la balanza a favor del conjunto de Guede. Porque los locales tienen calidad y querían protagonismo. Y comenzaron a ganar metros. Con fútbol más directo de lo esperado y esperando más el fallo malaguista. No fue hasta el 22’ que no entró en juego la conexión ofensiva del Tete, con Elady y Mollejo, pero envió alto el segundo.
El paso de los minutos dejaba un partido lento y previsible por ambos bandos, pero también controlado por el conjunto blanquiazul. Y llegó el momento más crítico, que seguro iba a llegar, pero apareció Dani Martín con una parada salvadora a disparo a bocajarro de Enric Gallego. Es una parada antológica que bien podría valer una permanencia.
Más madera
Se fue al descanso el Málaga con la sensación de que tendría mucho que remar y que posiblemente con el único tanto de Vadillo no sería suficiente. Y por eso, cuando pudo volvió a picar como una abeja. Una buena contra, con espacios, con Vadillo corriendo, con Luis Muñoz llegando al espacio y con Febas aprovechando el disparo del capitán para poner el segundo. Locura en la isla. Éxtasis malaguista desde la distancia con el 0-2 (52’). La machada se mascaba y tomaba más cuerpo que nunca.
El segundo había hecho mucho bien al Málaga, que estaba suelto y con toque. Y en una buena jugada colectiva, Ismael Casas mandó a la madera un disparo cruzado (56’) que habría sido la sentencia. Guede comenzó a mover el banquillo y tras una hora de partido cambió a Luis Muñoz, que venía de siete meses de lesión. Paulino tomaba el mando.
Pero los de Ramis estaban vivos y el carrusel de cambio le había dado vida. Moore tuvo un centro que se convirtió en disparo y Dani volvió a hacer de las suyas con otro paradón (63’). Y un centro de Míchel en una falta frontal también llevó problemas al meta malaguista (68’).
Entró Chavarría por un Vadillo exhausto. Y la tensión se mascaba en cada acción, en cada lance del juego. Lombán y Víctor también entraron (85’) por Dani Lorenzo y Febas. Y Dani tuvo que esforzarse una vez más, en un mano a mano con Mollejo (89’) para evitar cualquier atisbo de reacción. Ya sólo tocaba defender la renta, que los minutos pasaran y celebrar la permanencia virtual en Segunda División. Un triunfo vital que la próxima jornada hay que refrendar con la salvación matemática.