El Málaga es un manicomio (1-2)

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De locos. El Málaga está envuelto en una vorágine complicada, en una situación digna de psicoanálisis que le consume por dentro y que parece un proceso autodestructivo. Volvió a jugar en casa y volvió a perder. Y ya van 14 partidos sin ganar bajo el calor de su gente. Pero lo peor son las sensaciones. Primero de un equipo superado en ciertos momentos, sin claridad de ideas futbolísticas aunque con ímpetu y ganas. Y luego por el hastío de la afición, que incluso pidió la marcha de Pablo Guede y de Manolo Gaspar en la jornada 4 y todo ello tras cerrarse uno de los mercados más satisfactorios de los últimos años.
Que el Málaga es una trituradora no es una novedad y viene sucediendo desde hace tiempo. Pero de un tiempo a esta parte el mensaje ha engullido al mensajero. Las expectativas malaguistas este curso eran -y siguen siéndolo- altas. Pero la paciencia está consumida porque viene viene arrastrada del curso pasado. En cualquier caso, el Málaga no da la talla sea por una u otra razón y suma tres derrotas en cuatro jornadas.
Futbolísticamente, lo del Mirandés fue un espejismo. Al Albacete le bastó con ser un equipo ordenadito y atento para minimizar al Málaga. Un Málaga que volvió a ser previsible entrando por dentro y con muchas dudas atrás. Siete minutos de colmillo le bastó al equipo de Albés para sacar renta y saber manejarla. No tuvo ni que ser Las Palmas, que pasó por encima del Málaga y que nada tuvo que ver con el partido de hoy.
Y es que el partido comenzó con la primera sesión con el ‘loquero’. La mujer barbuda, el Circo del Sol y los malabarista del semáforo de la Avenida Andalucía. Todos se aparecieron en el arranque del Málaga, que seguía aún en el partido contra Las Palmas y no había empezado el del Albacete. Primer acercamiento, mal despeje de Juande -por ser generosos-, centro de Manu Fuster y gol de cabeza de Higinio libre de marca. Ver para creer a los 5 minutos de juego.
El Málaga había salido hecho un flan, eso era evidente. Y en la segunda, otro zasca. Mala salida de balón de Fran Sol, desajuste por la derecha y Fuster que lo tiene claro. Su disparo toca en Genaro antes de entrarse manso con un Reina abatido. 0-2 en 7 minutos. Un esperpento. Una concatenación de errores, desgracias y desdichas que tomaban cuerpo.
Al Málaga, aunque pareciera raro, sólo le quedaba mejorar. Porque peor es casi imposible. Pero al menos no se dejó llevar. Se lamió las heridas y se puso el mono de faena. Sin dominar, creó peligro. Rubén Castro avisó en el 11’ con un tiro cruzado de primeras. Y cinco minutos después, Genaro estuvo a punto de marcar de córner. La jugada siguió y Ramón centró a Escassi, que tuvo que remachar de segundas su cabezazo (18’) para recortar distancias (1-2).
El Málaga no estaba mejor, pero al menos golpeaba. Pero cuando comenzaba a tomarle el aire al choque, se lesionó el árbitro. Cinco minutos de parón que no vinieron nada bien. Reina sacó dos seguidas. Una a Higinio (28’) de gran complejidad y otro un disparo cruzado de Álvaro (36’). El descanso era necesario para reajustar ideas.
Y Guede movió el banquillo, dando paso a N’Diaye y a Jozabed. Y el Málaga comenzó a carburar. El senegalés le dio más empaque al centro del campo, tomó el control y se hizo dueño del juego. La primera gran ocasión no tardó en llegar en un tiro escorado de Rubén Castro. Pero el canario tenía hambre y en 54’ estrelló el balón a la madera y el rechazo se lo sacó bajo palos Boyomo. Y Barragán sacaba en la línea un cabezazo de Fran Sol que también iba dentro (61’).
El Málaga triangulaba bien, creaba y estaba atento. El Albacete achicaba agua. Pero el gol no llegaba. Guede quitó a Juanfran en el 70’ y metió a Hervías en un cambio ofensivo. Y sin pasar demasiado, nada más que los minutos, quitó a Juande e introdujo a Villalba (82’). Rubén Castro volvió a avisar (84’) en un disparo que se le fue escorado. Y Chavarría fue la última llamada a la desesperada. Pero para entonces el malaguismo ya sabía que la racha horrorosa de partidos sin ganar en casa no iba a truncarse.
Y de hecho, el Málaga no pudo ni tener una última ocasión y fue Javi Jiménez el que sacó bajo palos un gol cantando de ‘Alba’. No hubo nada que echarse a la boca para al menos lamentarse de haber muerto matando. El Málaga murió. Otra vez en casa. Y se despidió al grito de “¡Guede y Manolo, vete ya!”.