No es casualidad que el Málaga CF y el Racing de Santander estén en la cola de la clasificación. En un mal partido, sobre todo de los blanquiazules, ninguno de los dos conjuntos hizo los méritos suficientes para salir de la zona roja de la clasificación. Ni el equipo de Pepe Mel, que recuperó todos sus fantasmas del inicio del curso, ni los cántabros, que adolecen de pegada y de calidad para materializar sus ocasiones. Fue un mal partido, pero a fin de cuentas un empate (0-0) que permite al equipo malaguista abandonar el farolillo rojo por el momento, a expensas de lo que haga el Leganés. Menos da una piedra.
De los blanquiazules, nada que no se haya escrito en las seis primeras jornadas de Liga. Si hubo un entrenador nuevo en el banquillo, no lo pareció. Si este Málaga tenía la intención de cambiar su destino, tampoco. Porque los de Pepe Mel demostraron las mismas taras y los mismos dejes que con Pablo Guede. Fue un equipo anárquico, poco solidario y demasiado largo. Lento en la conducción y escaso en la presión. Fue un Málaga que le crearon mucho con muy poco y que le costó un mundo mirar la meta rival. La mano de Mel, una semana después del trabajo, ha forjado una involución. Pero eso el tiempo lo dirá.
Lo único positivo es que el Málaga no perdió. Y ya suma dos jornadas sin hacerlo. Y tampoco encajó, aunque eso fue más cuestión de la diosa Fortuna porque el Racing, que perdió a Sekou en la primera mitad, hizo méritos para marcar. Pero entre la falta de calidad local y los palos, evitaron que Reina -histriónico una vez más-, recogiera el balón dentro de la caja. El punto evita descolgarse más. Pero no recorta la ansiedad malaguista. No está el Málaga para más ahora mismo. Y debe salir del atolladero y ganar confianza como sea.
Mala salida
Si era un partido importante para el Málaga CF, no lo pareció. El conjunto blanquiazul salió contemplativo, a intentar hacerse con el balón y imponer su teórica superioridad con el paso de los minutos. Y de salida, hubo igualdad, disputa y brega. Pero poco fútbol. Un disparo lejano y centrado de Rubén Castro parecía una declaración de intenciones malaguista en el minuto 4, pero fue el único tiro a puerta blanquiazul de la primera mitad.
El Málaga comenzó a hacerse dueño del centro del campo, pero a amasar balón sin profundidad. Y Sekou tuvo la más clara antes de marcharse lesionado. Un centro a la espalda de la defensa, remate forzado del exmalaguista y el balón sale por poco (22’). Cinco minutos después se fue del campo con molestias, pero el partido cambió completamente.
Entonces tomó el mando el Racing, que prácticamente no dejó salir al Málaga de su campo con una presión intensa y ordenada. Ayudó la nula aportación de jugadores como Febas, Villalba o Hervías. El Málaga, largo y sin ayudas, estuvo a merced del Racing. Y también ayudó el colegiado, con un par de faltas peligrosas en la frontal de dudosa infracción. En una despejó la zaga. Pero en la otra Pombo la estrelló en la madera (44’). Fue la antesala del descanso, que se cerró con tablas pero con malas sensaciones.
Cambios
En vestuarios, Mel decidió meter a Ramón y darle salida a Hervías para tener más control. Y en la primera, mala salida en un córner de Reina que a punto estuvo Pol Moreno de cabeza. Y Mboula volvió a besar la madera en el 53' tras una buena combinación racinguista. El Málaga no estaba y los locales ya habían hecho méritos para ir por delante en el marcador. Que no fuera por debajo en el marcador era un ‘Expediente X’ o por la falta de calidad del rival.
Mel quemó otra bala (65’) y dio entrada a Haitam por Villalba, pero lo metió a pierna cambiada. Volvía el juego por banda. Pero el equipo no mejoraba y el técnico malaguista hizo otro movimiento, esta vez pieza por pieza con Jozabed por Febas (72’).
Entonces sí, el Málaga dio un pasito hacia adelante, pero no demasiado. Pero le valió para mirar la meta de Perera. Una triangulación con peligro de Gallar y un cabezazo de Rubén Castro (81’) cambiaron el ritmo del partido, que entraba en su recta final con igualdad.
Hasta que Reina la lío. Un balón en largo, se precipita en la salida, le da con la mano fuera del área y la falta en la frontal se le va ronzando el palo a Juerguen (87’). Se mascaba la tragedia. Pero el Málaga se salvó pese a su pésimo partido. E incluso tuvo una para ganar el partido. Fue en la prolongació, después de entrar Dani Lorenz, con un centro de Haitam, un despeje forzado de Parera y N’Diaye que mandó a las nubes el rechazo. El cero a cero fue una demostración de inoperancia malaguista. Una moneda de fortuna que al menos evita la derrota blanquiazul.