Después de un partido extraño, peleado y con mil condicionantes ante el Eibar que dejó un buen sabor de boca pese a la derrota, el Málaga se olvidó de su identidad ante Las Palmas, se perdió en un nuevo cambio de sistema y pecó de falta de intensidad, eso que tanto le había caracterizado desde la llegada de Pablo Guede. El arreón en los minutos finales contrastó el orgullo del equipo, pero fue insuficiente para sacar premio.
Con su habitual librillo y ese gusto del entrenador argentino por introducir cambios y modificaciones tácticas en cada jornada, el Málaga saltó a Gran Canaria con Genaro incrustado entre centrales en salida de balón y con Brandon, Vadillo y Antoñín con la tarea de fijar a los centrales y realizar diagonales para inhibir la presión del cuadro grancanario. Esta vez le salió rana.
En los primeros minutos, Las Palmas cortocircuitó. No esperaba ese planteamiento tan cambiante, pero poco a poco García Pimienta reajustó su pizarra y comenzó a encontrar las debilidades de un Málaga blando en bloque bajo, que achicó más de lo debido y que sufrió en área propia. No logró sacar ese carácter y la convicción para presionar más y mejor. Se pareció más al Málaga de José Alberto en el segundo tramo de la temporada o incluso al de Natxo González. Se olvidó de su identidad.
No incordió como esperaba en la presión, se desordenó más de lo debido en tareas defensivas y los ataques, bien ligados por Las Palmas, supusieron peligro constante sobre el área de Dani Martín, que volvió a firmar una gran actuación pese a la derrota. Se alió con la fortuna y la falta de puntería de Mujica, que perdonó la primera dentro del área, primero y luego con la madera en el doble poste de Las Palmas antes del gol. Ya avisó el equipo grancanario, que se encomendó a Jonathan Viera en cada acción ofensiva.
Fue precisamente él el que ajustició al Málaga. Recogió un centro desde la derecha y, con dos toques con la zurda, logró batir por bajo a Dani Martín (1-0). Se veía venir después del mal arranque de partido. Desde entonces y hasta el descanso, el Málaga amagó con la reacción y no se deshizo, pero no dio con la tecla en los últimos metros. Y Las Palmas sacó partido e incidió en esa grieta malaguista.
Otra variante al descanso
Pablo Guede volvió a modificar su planteamiento, colocó a Genaro de central junto a Lombán en defensa de cuatro y dio entrada a Febas, suplente en el inicio. No notó esa presencia de un hombre más en el centro del campo hasta los últimos minutos. Las Palmas aguantó bien las intentonas del cuadro costasoleño, aupado por las contras y por un Vadillo peleón. Fue el que más lo intentó, esta vez sin acierto.
Movió de nuevo el árbol Guede a mitad de la segunda parte con las entradas de Sekou, Paulino e Ismael Casas y fue a partir de entonces, con un área más cargada de futbolistas y ya con Las Palmas en bloque bajo, cuando más daño hizo el Málaga. Los balones laterales tenían mucho más peligro que antes con Sekou en el área. Sin embargo, un gran gol de Jesé (2-0) en acción individual bajó la temperatura malaguista cuando más alta estaba.
Vuelta a la identidad y ración de casta
Sin embargo, la bombilla de la memoria malaguista volvió a encenderse. No se vino abajo con el 2-0, tiró de orgullo y no dio el partido por perdido a falta de poco más de diez minutos para el final. Y picó premio. Primero en una jugada con polémica: en un balón suelto en el área, Sekou metió la pierna (parece que antes que Valles) y el guardameta tocó al atacante en un posible penalti que ni siquiera se revisó en las pantallas del VAR. No apreció nada punible De La Fuente Ramos pese a ser una jugada interpretable.
Minutos después, en una gran jugada por banda izquierda, el Málaga se olvió de sus reclamaciones. Febas rompió al espacio, Genaro le encontró y el '14' definió por debajo de las piernas de Vallés (2-1), que iba a convertirse en el héroe local.
Con ese plan a la desesperada pero con insistencia, el Málaga volvió a intentarlo con centros laterales y a punto estuvo de sacar un punto con ellos. Roberto remató casi en el añadido en el corazón del área en un remate picado y Valles, exhibiendo reflejos y con el pie, mandó la pelota a córner en lo que parecía ser un gol cantado. Ahí se esfumaron las esperanzas malaguistas.
En un partido amargo, con síntomas de haber olvidado la identidad que ha aportado Guede desde su llegada y solo con ocasiones puntuales y una activación en los últimos minutos, el Málaga estuvo cerca de sacar algún punto en Gran Canaria pese, en líneas generales, no merecerlo. Si hay que sacar una nota positiva del flojo partido, hasta los últimos minutos, del equipo, es ese. Y debe servir como marcapáginas para capítulos futuros. La nota negativa, más allá de las sensaciones, fue la expulsión de Víctor Gómez, que se perderá el partido ante el Oviedo.