Es duro, pero el Málaga se ha salvado de la quema por ser uno de los menos malos. Tras el fiasco en La Rosaleda ante el Burgos, donde nadie contemplaba otro escenario que no fuese la victoria, la afición malaguista tuvo que tirar de transistores y de la aplicación de BeSoccer para conocer lo que hacían los rivales. Y gracias a que ellos fallaron, el Málaga está salvado matemáticamente.
No ha sido una jornada sencilla. Porque el Málaga no cumplió y tenía que estar pendiente de lo que hacía los rivales. Pero ellos tampoco cumplieron. El Amorebieta perdió con estrépito en Cartagena (5-0). Pero la Real Sociedad B dio batalla y a punto estuvo de dar la campanada. Remontó un 2-0 y se colocó con empate a falta de pocos minutos. Fue entonces cuando todo el malaguismo contuvo la respiración. Pero un tanto de Juan Carlos del Huesca en la prolongación para poner el 3-2 llevó la tranquilidad a la afición. Fue celebrado en la grada y también sobre el césped al término del choque, con Escassi y Víctor preguntando al término, incrédulos, cómo se había salvado pese a perder.
Inicio apacible de la jornada
De hecho, en ningún momento se puso en cuestión ni en peligro dicha condición. Porque era necesario que los rivales hicieran sus deberes, que ganaran a equipos que tampoco se jugaban nada -como el Burgos-, pero lejos de casa. Y no pusieron en duda sus resultados. Desde pronto comenzaron perdiendo los rivales. De hecho, Rubén Castro, de penalti, y Seoane, marcaban en el mismo minuto 18. Todo se ponía de cara.
Y antes del descanso, Bodiger y Andrei ponían tierra de por medio para llevar más tranquilidad a la grada, pese a que el Málaga perdía y decepcionaba en una Rosaleda llena. Al descanso, todo era favorable.
Pero en la segunda mitad, la Real reaccionaba. Karrikaburu recortaba distancia (2-1) en el 53’. Y Alkain llevaba el miedo al malaguismo en el 79’. El final ya lo conocen, con los móviles echando humo y con Juan Carlos llevando la tranquilidad a la grada de La Rosaleda. El final ha sido feliz para el Málaga, pero por demérito de los rivales. Algo que también hacérselo mirar.