Salvados. Esa será la lectura que quede con el paso de los días, pero la decepcionante temporada y la peor despedida posible la ha protagonizado el Málaga CF ante su afición, ante una Rosaleda llena, volcada y responsable en el cierre de un curso agónico y perturbador. Una despedida con derrota ante el Burgos (0-1) con unos síntomas de hastío, decepción y cabreo. Un final infeliz que puede generar un caldo de cultivo preocupante de cara al próximo curso, que por fortuna volverá a ser en Segunda.
Toda la expectación, la algarabía y la entrega malaguista fueron directamente contrarias a lo que el Málaga CF ofreció sobre el césped. Era un día para no fallar, para reconciliarse con la afición. La gente se volcó. Recibimiento, agotando el papel, mostrando su amor incondicional tras un curso lleno de sin sabores. Pero este Málaga está hecho de otra pasta, de una de mala calidad. Fue un equipo temeroso desde el primer minuto. Consumido por sus miedos. Y demostró que esta situación le ha superado. Se ha salvado el Málaga porque Amorebieta y Real Sociedad B perdieron. Y eso no habla nada bien del conjunto de Guede.
Los árboles no deben impedir ver el bosque. Y aunque el Málaga se ha salvado, la decepción es infinita. No ha podido con el Burgos, que venía casi de vacaciones. Y se ha llevado un repaso de su propia afición, modélica una vez más, que quedará en el recuerdo de muchos. No hubo suspicacias posibles. Ni del colegiado ni del rival. El Málaga perdió porque es peor equipo. Y ya está.
Mala salida
El miedo. Ése factor que atenaza músculos, que perturba mentes y que condiciona acciones. Ese miedo hizo acto de presencia en el conjunto malaguista desde el primer minuto. Se hacía notar con imprecisiones, con juego poco fluido y con muchos errores. Genaro lo escenificaba con varios fallos que pudieron costar caro. Pero fue Vadillo, en el minuto 9, cuando estuvo lento, impreciso y temeroso para superar un mano a mano clamoroso.
El gol anulado a Chavarría por fuera de juego de VAR (12’) hacía indicar que todo iría sobre ruedas pese a todo. Pero el conjunto de Guede no se desprendía de ese miedo escénico a fallar. En los otros campos acompañaban los resultados. Pero al Málaga no terminaba de salirle nada de nada.
Y en la recta final de la primera mitad, un pequeño arreón -casi sin querer- del Burgos metió el miedo. Un balón al larguero de Zabaco (40’) y una falta posterior que sacó Saúl Berjón que empujó a la red Miguel Rubio ante la pasividad malaguista para despejar. Era el 0-1. Los peores temores tomaban forma. Ya sólo quedaba despredenrese de ellos y crecer.
Guede movió ficha en el paso por vestuarios y quitó a Ismael Casas para meter a Víctor Gómez. Y el Málaga salió con otro brío, más voraz, más tenaz y también más ofensivo. Con Luis Muños más activo comenzó a pisar área rival en un par de acciones que obligó a Caro, el meta rival, a actuar.
Movió de nuevo el árbol Guede en el 59’ dándole protagonismo a Ramón y Roberto por Luis Muñoz y Chavarría. Y poco después metió a Sekou por Vadillo. Pero el partido estaba lejos de donde quería Pablo Guede y el malaguismo. El conjunto blanquiazul sólo colgaba balones. No encontraba espacios entre la maraña de jugadores con camiseta negra y se ahogaba una y otra vez. Y la última bala de Guede: meter a Loren por Dani Lorenzo a falta de 15 minutos para el final.
Encima llegaban malas noticias desde Huesca, donde la Real empataba a falta de diez minutos para el final. El Málaga pendía de un hilo muy fino y se mascaba la tragedia. La intentó Roberto (88’), pero con un tiro muy desviado. Y es que el Málaga ni siquiera llevaba peligro a la meta rival. Y la tuvo Sekou (89’) con un cabezazo que se fue por poco. Genaro también obligó a Caro a esforzarse, pero las miradas estaban en la grada porque el Huesca sentenciaba ante la Real y porque la afición también sentenciaba a su equipo.
Con el grito de 'jugadores mercenarios' y 'esa camiseta no la merecéis', que se ha repetido en varias ocasiones este curso, se despidió la afición. No fue un partido más. Fue el último. Y con ese sabor amargo tendrá el Málaga que afrontar el verano para hacer un nuevo proyecto.