Era una final para el Málaga y el Málaga la perdió. Era un partido que no había que caer y se cayó. Se pueden entrar en los matices, en cómo se ha desarrollado la derrota y en si ha sido justa o no. Pero la realidad es que el Málaga está en zona de descenso con sólo tres puntos de quince posibles. Y las sensaciones son desoladoras cuando esto no acaba nada más que comenzar. La puñalada a la ilusión ya es mayúscula y ahora lo más importante es parar la sangría. Y en El Alcoraz, ante un flojo Huesca, volvió a perder (1-0).
El Málaga está en caída libre. Sigue sin remediar su depresión futbolística. Este domingo, aunque mostró mejoría y dominó buena parte del partido, adoleció de colmillo en las áreas para sacar puntos. Mucha conducción, mucho manoseo en las inmediaciones pero sin llegar a matar casi nunca. Dejó sensaciones, pero de eso no puede vivir este equipo. Algún tiro de Haitam fue lo más peligroso, ya con el gol encajado y bien entrada la segunda mitad.
Y debajo del paraguas está Guede. El técnico argentino dispuso un once de jugones y ofensivo. La declaración de intenciones era evidente. Pero ni por esas. Le faltó verticalidad al Málaga por momentos. Se recreó demasiado en su juego. Y no atinó a inquietar a Andrés Fernández, que vivió un partido plácido protegido por su zaga. El Cuco dispuso un Huesca rocoso y más defensivo que ofensivo. Y aunque el partido era de empate, acabó del lado de los locales. Ahora habrá que ver si la figura del técnico argentino queda tan tocada como para tomar decisiones. Porque el Málaga hace aguas.
Arranque serio
Y eso que el conjunto blanquiazul no arrancó mal. Bajo el orden debe crecer el Málaga y creció ante el Huesca. Fue un equipo más natural, con mas sentido y sin extravagancias. El equipo de Guede se mostró más sólido, más centrado en sus acciones y con chispa arriba. Sólo le faltó el acierto en los metros finales, lo que suele marcar también la diferencia.
Tuvo un arreón inicial el conjunto del Alto Aragón, consciente de que las dudas del Málaga podría ser mayores tras el último resultado. Pero encontraron oposición los locales. Escassi da jocosidad a la zaga y N’Diaye… pues es otro rollo. Con el senegalés en el medio, el equipo crece. Y muchos de los que miran poco para atrás, pues pueden seguir haciéndolo.
El Málaga llevó mucha sensación de peligro, pero no materializó ninguna de las oportunidades que tuvo. Y el paradón corrió a cargo de Reina en el 26’ a cabezazo de Escriche. La pelota parada sigue siendo una asignatura pendiente para este equipo. Para crecer, si N’Diaye destruye, Febas construye. Y el ’10’ es potente y habilidoso. Una galopada suya de campo a campo a punto estuvo de empujarla Rubén Castro. Y poco después, otra triangulación con buen gusto acabó en las botas de Juande en área pequeña, que interceptó en un rival.
Guantazo a la mejoría
Al descanso, el Málaga había mostrado mejoría, pero insuficiente para superar a un rival que también parece limitado. Y al salir de vestuarios, el equipo dio otro pasito al frente. Tomó el control del balón y se instaló en el balcón del área rival con Gallar, Villalba y Febas como principales amenazas.
La tuvo Fran Sol en un pase de la muerte (65’) que le sacó Blasco a Rubén cuando ya se relamía para macar. Pero el gol llegó en el bando local. Un disparo del recién ingresado Juan Carlos Real (68’) desde la frontal que no encontró oposición. Demasiado blandos los centrales en activar los resortes para tapar y Manolo para blocar. No lo merecía, pero el Málaga ya iba otra vez por debajo en el marcador.
Guede, entonces sí, decidió mover el banquillo (72’). Quitó a los dos ‘extremos’, Gallar y Villalba, para dar entrada a Haitam y Jozabed. El joven marroquí entró enchufado. Dos disparos, el segundo más peligroso, que buscaron portería. Buenas jugada de Febas hasta línea de fondo que remata fuera N’Diaye. Y más cambios (82’) con la entrada de Chavarría y Hervías por Juanfran y Juande.
Era ya la desesperada, la última bala en busca de un gol. Pero Ziganda acumuló efectivos en su zaga y consiguió evitar males mayores. El Málaga estaba muerto, sin claridad en su juego ni en sus ideas. Balones rápidos al ataque buscando un golpe de fortuna que nunca llegó. Nueva derrota, la cuarta en cinco jornadas. El panorama cada vez está más oscuro.