El Málaga CF dirá adiós al curso 21-22 este sábado en Lugo y no mirará atrás. Ha sido un año para olvidar donde todo lo que podía salir mal ha salido. Un paso atrás malaguista inesperado y sorpresivo que a punto ha estado de cobrarse la viabilidad del club y la permanencia en el fútbol profesional. Es tiempo de reflexión antes de abordar la planificación de la próxima campaña. Pero son muchas las piedras que ha encontrado en el camino el Málaga CF en los últimos meses. Demasiadas.
Dicen que de los errores hay que aprender y esta temporada el dibujo final está lleno de borrones. Una plantilla ingobernable, errores en la planificación, los cambios de técnico, las lesiones o la preocupante falta de ambición pueden ser algunos de los factores que han influido para que el Málaga se haya salvado por la mínima. Un escenario complejo que se ha solventado más por demérito de los demás que por acierto malaguista.
El vestuario
El factor clave y diferencial ha estado posiblemente en la plantilla. Pero no sólo en su calidad, donde algunos venían con buen cartel pero han dejado mucho que desear. Son muchas las voces que han apuntado hacia los jugadores, hacia su compromiso y también su profesionalidad. Pese a que todo invitaba al optimismo tras un inicio prometedor, el paso de los meses fue gestando un vestuario díscolo e indomable, aunque no todos los componentes. José Alberto fue la primera víctima, pero tampoco Natxo González encontró el respaldo de los jugadores con alguna que otra situación compleja incluso en los entrenamientos. Todo ello con salidas de tono extradeportivas, que en algunos casos han desviado la atención del césped. Sólo Guede ha conseguido enderezar el rumbo de un vestuario torcido donde Gaspar y el técnico argentino tendrán que meter la tijera.
La dirección deportiva
Manolo Gaspar gestó un equipo aparentemente de garantías el verano pasado, pero ya chirriaban algunas posiciones. La apuesta por el gol con jugadores que habían pasado buena parte de la temporada anterior lesionados era arriesgada. También la falta de efectivos en la zaga. Pero junto con José Alberto había conformado una plantilla joven, de fútbol alegre y aparentemente ofensiva dispuesta a entretener a La Rosaleda.
El paso por el mercado invernal no sirvió para corregir los errores del verano. Los dos fichajes en enero, aunque han dado un rendimiento mejor de lo esperado, no paliaron las carencias. Y apostar por Adrián también fue un error por su falta de forma. El mensaje fue contradictorio y conformista, aunque pudiera parecer realista -sobre todo por el millón de euros que no se ‘invirtió’-. Tampoco se gestionó bien la salida de José Alberto, al que se le pudo dar más poder de gestión de grupo, y fue un error la llegada de Natxo, que fue un paso atrás y no era lo que requería el equipo en ese momento.
Entrenadores
Y es que aunque la apuesta de José Alberto parecía atractiva y ambiciosa, era arriesgada y se quedó obsoleta a media temporada. El asturiano arrancó con buen pie -no así fuera de casa-, pero le faltó más poder dentro del vestuario y más variantes ante las adversidades, además de gestionar mal algunos factores como el cambio en la portería, lo que le restó empatía desde la grada. La llegada de Natxo no fue un soplo de aire fresco ni tampoco aportó el cambio que el equipo necesitaba. Sólo Guede, con algunas lagunas finales que debe pulir, ha conseguido reactivar a la plantilla. O al menos, al grupo de jugadores que sí se ha querido subir a su barco.
Lesiones
No ha tenido fortuna el Málaga durante el curso con las lesiones, aunque ya arrastraba de la temporada anterior algunas de gravedad como la de Chavarría -que no empezó a jugar hasta casi noviembre- o Calero. Y durante el curso, más madera. Luis Muñoz, pieza clave en este equipo, se rompía el cruzado en septiembre. Juande prácticamente no ha estado en la segunda vuelta del campeonato. Genaro también cayó en un tramo importante del curso, mientras que Sekou nunca ha alcanzado su mejor nivel por una u otra cuestión. Hicham, Adrián, Jozabed, Jairo, Ramón… La lista ha sido larga.
El mensaje
Y por último, el mensaje. El conformismo a media temporada parecía instalado. Ni luchar por el ascenso ni tampoco por el descenso. Eso posiblemente fue una condena, que dejó al Málaga cayéndose poco a poco con el paso de las jornadas hasta encontrarse en una situación de la que ya no sabía cómo salir. Sólo la afición, con sus demostraciones una y otra vez, estuvieron muy por encima de todos esta campaña. Un curso que llega a su fin y que será necesario revisar para evitar repetir los mismos errores otra vez.