Un guantazo de realidad como el 0-4 del lunes ante Las Palmas hace replantear las cosas. Retroceder varias casillas, reforzar conceptos y, sobre todo, machacar los más básicos. El Málaga CF pasó de ser un equipo alevín, perdido y corriendo tras el balón el lunes a uno mucho más reconocible, competitivo y básico, pero muy efectivo. Básico, entiéndase, desde el punto de vista general: hizo muchas cosas bien en Miranda, tanto a nivel individual como colectivo, pero con una idea tan primitiva como efectiva. Asentar el equipo desde la base. Y, a partir de ahí, que aparezcan los quilates de arriba.
El doble pivote es, quizás, la elección más básica para un centro del campo en Segunda División. Hasta ahora, ni siquiera se había planteado. Pero Pablo Guede buscó con él el equilibrio que echó de menos ante Las Palmas. Y qué acierto. El Málaga fue mucho más correoso, más difícil de resquebrajar y, sobre todo, no se partió en esas transiciones que tanto daño hicieron frente a Las Palmas. Sin cosas raras, con futbolistas cómodos en sus posiciones, y castigando los errores rivales. Una victoria tan típica en Segunda como nutritiva para el futuro. Dar con la clave para encontrar equilibrio era necesario, como lo era un triunfo después de las malas sensaciones en el inicio liguero. A la par de ese balance que encontró en las transiciones, ganó en confianza y se notó cómodo en Anduva, donde nunca había ganado. Una victoria que calma las aguas, que deja notas muy positivas, también en cuanto a goles con el estreno de Rubén Castro y que, sobre todo, deja un buen punto de partida para que Guede siga limando y añadiendo pequeños conceptos, pero a través de una fórmula que parece ser más lógica y funcional.
Comenzó algo incómodo el Málaga, quizás con la goleada del lunes todavía en la cabeza. Apretó el Mirandés, consciente de la efervescencia que le podía brindar ese mar de dudas del equipo blanquiazul. Tuvo que achicar agua en el inicio, pero pronto empezó a encontrar entre líneas a Febas y Gallar, muy activos durante todo el primer tiempo. El primer contratiempo lo encontró con la lesión de Ramalho, que se resintió de unas molestias en los isquiotibiales. Reaccionó Guede dando entrada a Luis Muñoz, que desplazó a Genaro al centro del zaga. Funcionó el sevillano, expeditivo sin balón y calmado con ella. A partir de ahí, el Málaga ganó en seguridad y se soltó en varias transiciones que dejaron buenas ocasiones. Disparos lejanos de Febas y Javi Jiménez avisaban.
Y fue precisamente el lateral el protagonista junto antes del descanso. "Dádsela al '10", que diría Guede. Febas fue el mejor conductor malaguista en las inmediaciones del área del Mirandés en la primera parte y salió en la foto del 0-1. Javi Jiménez disparó con intención desde la frontal del área en un tiro que, envenenado, sorprendió a Ramón Juan y silenció a Anduva justo antes del pitido del árbitro. Estallido de júbilo en el grupo boquerón en la celebración, consciente de la importancia del gol. Con confianza, con un sistema que funcionó y con victoria momentánea. Escenario inigualable para el Málaga al descanso.
Sin acular y con mucha pólvora
Tras el descanso, el Málaga no cayó en la trampa de meterse cerca de su área y se encontró pronto con una falta lateral que dejó un tesoro en el arca blanquiazul. Cuestión de quilates y de lo que ha comprado el Málaga en este mercado. Pateó Gallar un lanzamiento con muchísima intención al primer palo y ahí apareció el más listo de la clase, curiosamente también el más esperado. 41 años, pero con las intenciones de un joven hambriento con muy mala leche. Así atacó Rubén Castro el primer palo. Solo necesitó un giro de tobillo para acariciar el poste derecho de la meta de Ramón Juan. 0-2, qué respiro. El primero de muchos del delantero grancanario.
A partir de ahí, el Málaga bajó pulsaciones, pero un penalti ingenuo de Genaro dio algo de vida a un Mirandés que con el 0-2 prácticamente había dejado los brazos. Raúl García engañó a Manolo Reina y recortó distancias, 1-2. Se tuvo que activar de nuevo el Málaga, que mostró madurez y no se dejó intimidar por el marcador. Aprovechó las grietas de un Mirandés partido y jugó cómodo con espacios. Ahí, en ese escenario, se movieron a la perfección Gallar, Febas, Rubén Castro y Fran Sol. Este último jinete dirigió uno de esos peligrosos ataques, marcó bien los tiempos, descargó a la banda para Gallar y este, con un gran 'timing' esperó de nuevo al '9', al que encontró al espacio. Disparo seco, certero y pegado al poste derecho de Ramón Juan, que nada pudo hacer de nuevo. 1-3. Qué dinamita tiene este Málaga arriba y qué poco lo había aprovechado hasta ahora.
En los últimos minutos, con el partido roto, bien pudo caer algún gol para los dos bandos, pero el cansancio ganó esa batalla ante la ambición. Muy serio Málaga, que no solo se lamió las heridas, encontró una vía (como sistema y estilo) mucho más equilibrada, sino que demostró haber solucionado muchos de sus problemas y, sobre todo, logró desprecintar la habitación del gol de esta temporada. Javi Jiménez, Rubén Castro y Fran Sol se estrenaron. La afición, por fin, dormirá feliz con su equipo. Y Guede, al igual que falló y recayó en varios errores ante Las Palmas, no pudo estar más acertado en su planteamiento en Anduva. Giro de 180 grados para el escenario malaguista. Justo lo que hacía falta y justo a tiempo. Sin tanto invento y con más cemento, al menos lejos de La Rosaleda es un planteamiento que sí funciona. El Málaga y Guede ganan oxígeno, que falta hacía. Qué rara esta situación de volver a disfrutar con el fútbol.