El Málaga sigue cayendo y cayendo. Sigue perdiendo y sigue demostrando que es un equipo vulnerable y mediocre. Y aunque que hay maneras y maneras de perder, este 'nuevo' Málaga cayó sin alma, sin rebeldía y sin fe para contrarrestar esa caída. No fue mejor el Almería, pero no mereció nada más el conjunto de Natxo González, que compitió ante el segundo clasificado pero finalmente se ha estrenado con derrota en La Rosaleda.
Al Málaga se le puede achacar que juegue mejor o peor, pero la sensación de que la situación les ha sobrepasado ya es alarmante. Los números están ahí y las derrotas, también. Posiblemente el conjunto blanquiazul sea hoy por hoy los que peor registro acumula en los últimos meses, una racha digna de irse al pozo. Y la falta de fe es tan palpable que abruma. Ante el Almería, el Málaga estuvo ordenado, correcto en las marcas y hasta incisivo en su presión al rival. Pero con la pelota fue una rémora. No tuvo presencia ofensiva ni creatividad. Y sin fútbol, esta situación va a ser muy difícil de revertir.
Posiblemente estemos ante el mítico problema de la manta corta, ya que las prioridades van encaminadas ahora mismo en frenar la sangría goleadora en contra. Pero lo cierto es que en los últimos cuatro partidos el Málaga sólo ha marcado un gol. Muy triste. No genera juego, no tiene ideas claras en la salida de balón y tampoco tiene presencia en el área rival. Y encima le tocó bailar con una de las más 'feas' esta jornada en busca de la recuperación. Pero ni el ambiente de gala ni la ola de aire fresco con el entrenador nuevo ni el optimismo con el punto cosechado en Zaragoza fueron suficientes.
Más defensa que ataque
El partido arrancó con ritmo alto en la grada, pero bajo sobre el césped. Todos los jugadores parecían muy ordenados, atendiendo cada uno a sus marcas e intentando no fallar más que en acertar. Y con esas, el fútbol se hace más previsible. Pese a los acercamientos rojiblancos, siempre con peligro incesante por la calidad de Sadiq, el primer tiro serio fue del Málaga, obra de Ramón desde la lejanía (9’), aunque se fue alto.
Antoñín, que parece otro desde la llegada de Natxo por su presencia gestual y por su predisposición, comenzó a crear peligro por la izquierda. Y en una de esas, a punto estuvo de sorprender a Fernando con un tiro raso que despejó el meta (20’). Mucho centrocampista y muchas imprecisiones. Intensidad pero sin calidad. Y ahí se fue difuminando el partido y también el posible favoritismo que podría tener el equipo de Rubi.
Akieme, en un disparo cruzado, no sorprendió a Barrio (27’). Y Sadiq, siempre amenazante, peló una falta frontal para enviar su remate a la escuadra, aunque Barrio estuvo atento (40’). Al descanso, el ‘resultado gafas’ era claro y evidente.
Segundo asalto
Salió de vestuarios el Málaga con más brío en la segunda mitad, subiendo líneas de presión. Pero a las primeras de cambio recibió el primer golpe. Jugadón de Portillo, que centra a Sadiq para que remate de cabeza solo y libre de marca (53'). Movió ficha Natxo y quitó a sus dos bandas para dar entrada a Kevin y Brandon.
Y entonces empezó a no pasar nada. Ni en un lado ni en otro. Y el paso de los minutos fue consumiendo al Málaga. Salió del letargo con un disparo lejano de Paulino (72') que se fue alto. Pero a punto estuvo de llegar la sentencia, con una jugada absurda de Sadiq y Barrio que remata el africano y se va rozando el palo mientras el meta pedía falta (75').
Hizo un nuevo carrusel de cambios Natxo con Jozabed y Sekou. Pero no encontraba el camino en ningún momento ni siquiera para preocupar al Almería. Con un juego espeso y previsible, el Málaga naufragó. Ni siquiera el arreón final de un equipo que busca la heroica. Ni siquiera el empuje del público, que volvió a ser fiel a su equipo. Nada. Otra derrota y otro partido para olvidar. Y la racha negativa sigue aumentando...