El primer día de cole al Málaga le han quitado el bocadillo, le han cascado un suspenso y le han dado un meneo en el recreo. El guantazo de realidad que se ha llevado el Málaga -y el malaguismo- hace daño. Mucho. Porque este Málaga era otra cosa. “Otro rollo”, decían. Pero lo cierto es que doce fichajes después la decepción sigue en el ambiente. No se ha desprendido con colonia cara. Una derrota sonrojante que hace saltar todas las alarmas en La Rosaleda.
Lo bueno de todo esto es que es la segunda jornada de Liga. Pero lo malo de todo es que aún es la segunda jornada de Liga. Es inexplicable cómo el Málaga se ha diluido como un azucarillo en dos jornadas. Con la plantilla prácticamente hecha desde el principio del verano, con jugadores de contrastada calidad en la categoría y con toda una afición detrás empujando, todo se ha caído en dos jornadas. La explicación más lógica a este descalabro es pensar que nadie vale lo que se ha pagado por él o que no se ha trabajado lo suficiente este verano. Ninguna la compro. Y habrá que hacer un examen más concienzudo más adelante, pero de momento esto es un desastre. Sin paliativos.
El equipo de Guede, lejos de mejorar lo de El Plantío, lo empeoró. Fue un equipo con las líneas muy separadas, sin ayudas, sin mecanismos automatizados, sin presión ordenada, sin coordinación en los balances, sin frescura en las piernas, sin capacidad de reacción y sin ideas. Todo lo malo se puede meter en la ensaladera de la decepción malaguista. Y la afición, que acudió en masa, que ha respondido a la llamada y que ha conseguido hacer borrón y cuenta nueva del desastre vergonzante del año pasado, pues no ha tardado en sacar de nuevo los fantasmas de hace sólo unos meses.
Podríamos decir que el Málaga es un equipo en construcción, pero la realidad es que dio la impresión de ser un equipo roto, partido. Cada jugador hizo la batalla por su cuenta porque fue una isla. No hubo apoyos ni ayudas. lo que no quiere decir que los jugadores no corrieran. Era desorden, era improvisación. Y así es imposible.
Decepcionante
Y eso que era una puesta en escena esperada, pero todo salió mal desde el principio. El Málaga, con cinco cambios de nombres con respecto al duelo en Burgos, se mostró más errático y menos concienzudo en su idea. Dubitativo. Y ahí Las Palmas olió el miedo. Con las líneas demasiado separadas y sin claridad de ideas, cada balón sacado de atrás era un drama para el conjunto de Pablo Guede, que había mutado para esta ocasión el sistema al 4-1-2-1-2, aunque sin ningún éxito.
Así, no tardó el equipo de García Pimienta en hacerse dueño del balón. Mejor plantados y con la idea más clara, buscaron una y otra vez la portería de Manolo Reina. Remató Coco alto en un córner (8’). Y a los 10 minutos, el primer contratiempo con la lesión de Burgos. Entró Ramalho por él pero fue Bustinza el que pasó al central. Aún así, la sangría continuó con una autopista hacia el área blanquiazul. Reina paró el disparo de Moleiro (18’). Y Álvaro Jiménez mandó un balón a la cruceta (24’). Incluso Bustinza sacó bajo palos un segundo remate (34’) tras jugadón de Moleiro. El gol parecía cuestión de tiempo. Y así fue. Clemente aprovechó una contra en otro desbarajuste malaguista para ponerse delante de Reina (0-1, 44’) y no fallar. El jarro de agua fría era evidente. Antes del descanso Rubén Castro remató entre palos con la testa. Quedaba mucho por hacer.
Goleada
Al descanso Guede movió ficha e introdujo a Fran Sol por un desaparecido Jozabed. Gallar puso a prueba la primera con un tiro cruzado (50’). Pero era un espejismo porque los problemas seguían siendo los mismos. Y se hizo visible en el 56’, en otra contra que dejó vendido al Málaga. Luis no corta, Bustinza se lía y deja solo a Marc Cardona para que fusile a Reina libre de marca (0-2). El peor de los escenarios tomaba forma y todos los miedos del verano se convertían en demonios.
El Málaga era un desastre se mirase por donde se mirase. Un esperpento. Un equipo sin alma y roto. Y con la defensa totalmente desdibujada, sin líneas de presión a los creadores amarillos y con el buen toque canario, llegó el tercero. Otro desbarajuste y Álvaro Jiménez que superaba el mano a mano ante Reina de vaselina con suma facilidad y tranquilidad (0-3). Como si fuera un entrenamiento (70’).
Ni la entrada de Villalba ni Ramón ni Loren ponía orden en el equipo, que ya tenía la cabeza en otra parte. Superado en todas las líneas, Loren falló su doble ocasión clara (76’). Y Marvin se estrenó en la autopista malaguista para poner el 0-4 (87’) y llevarse los aplausos del respetable, que no dejó de pitar ya a su ‘equipo’.
El Málaga se va con un guantazo de realidad. Este partido estaba marcado en rojo en el calendario malaguista. Era clave comenzar con buen pie. No ha sido así. Sólo les queda trabajar y mucho para que este inicio sea sólo un accidente. Pero más bien parece una advertencia…