No ha sido un gran Málaga, pero ha sido el Málaga que se necesitaba, el que requería los acontecimientos y el más sensato de los últimos tiempos. Con responsabilidad, equilibrio y por momentos buen juego, el equipo de Pablo Guede ha conseguido en Butarque una victoria importantísima para la salvación. Un paso al frente casi definitivo para continuar en Segunda y para dejar de lado todos los fantasmas. Un triunfo que desata la alegría en el malaguismo y que convierte al nuevo Málaga de Guede en un equipo que mola. Y bastante.
A quien se lo cuenten, posiblemente no se lo crea. Es casi de ‘expediente X’ cómo en dos semanas este equipo ha mutado en un bloque sólido y solidario. E incluso ofensivo, con cinco tantos en dos partidos, cuando antes era el menos goleador. Guede ha dotado al equipo de entusiasmo e intensidad, pero también le ha metido un chute de fútbol. Ha puesto al equipo a 'laburar', le ha pedido que crezca con la pelota y le ha obligado a mirar la portería rival más que a la propia. Este Málaga defiende mejor presionando en la meta del portero rival que en su área. Y así, todo es más fácil.
Ha rescatado a Antoñín, Ramón e incluso Sekou para la causa. Poca broma. Y todos parecen felices. Atrás queda una racha de siete jornadas sin ganar. El descenso se deja a siete puntos cuando restan 18. Y manda un mensaje a navegantes de que este equipo tiene otro aire, otra manera de hacer las cosas.
En Butarque costó. No fue todo un paseo de rosas. Apostó esta vez Guede por un Málaga con un rombo en el centro del campo. Y la apuesta salió bien. Ramón tuvo libertad de juego, Genaro fue capitán general y Antoñín, en el día de su cumpleaños, fue desequilibrante.
Salida controlada
Saltó el Málaga al césped de Butarque valiente, mirando más la portería rival que la propia. Y fruto de ello tuvo las primeras ocasiones con Antoñín como protagonista. La primera se la generó el, pero Dani Jiménez estuvo atento (8’). La siguiente, más forzado, fue un buen movimiento suyo que no llegó a buen puerto (18’). Pero el malagueño enseñaba el camino.
Pronto entendió el equipo de Nafti que acumulando jugadores en el centro del campo y estrechando el terreno de juego pondría en apuros al equipo de Guede. Y así fue. Comenzaron las imprecisiones pasado el cuarto de hora. Y ambos equipos, que se movían en poco más de 30 metros de juego, se estrellaron entre sí.
Lo intentó más el Málaga por la izquierda, volcándose Vadillo y Antoñín a ese flanco. Pero estaba atento el ‘Lega’. Escassi y Peybernes, atentos hasta el momento, evitaron problemas mayores a Dani Martín. Al descanso, el empate sin goles parecía justo.
Dos penaltis
Pero el paso por vestuarios subió los biorritmos. El Málaga entendió que tenía que sacar colmillo y lo hizo. Una buena acción de ataque combativa con Víctor, Jozabed y Antoñín acaba en penalti sobre el malagueño. Vadillo no perdonó para poner el 0-1 (57’). Reaccionó el Leganés, que en la siguiente jugada estrelló en el palo un cabezazo de Arnaiz. En cuestión de segundos el partido había subido su intensidad.
Y fruto de ello, en otra acción en la que se dejó caer el Málaga en el área rival, llegó otro penalti favorable a los malaguistas. Éste más discutido y fue el VAR el que tuvo que advertir al colegiado de un codazo de Omeruo a Jozabed. Antoñín, esta vez sí, también lo metió (64’) y puso el partido muy favorable.
Movió Guede el equipo e introdujo a Paulino y Brandon por Ramón y Vadillo (65’). Y poco después entró Sekou por Antoñín (79’). Pero el partido ya tenía cloroformo por parte del Málaga. No pasaba nada y eso era mucho para el conjunto blanquiazul, que consiguió aplacar la reacción del cuadro local. Sin embargo, el Málaga no había dicho su última palabra. Y en una acción de nuevo de ataque colectivo, Paulino asistió con un pase de la muerte para que Sekou la empujara y pusiera el 0-3 definitivo (86’). Un triunfo coral, una victoria de nombres propios que devuelve la ilusión al Málaga.